viernes, 12 de diciembre de 2008

:)




felicidad

(Del lat. felicĭtas, -ātis).

1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.

2. f. Satisfacción, gusto, contento. Las felicidades del mundo

3. f. Suerte feliz. Viajar con felicidad


Diccionario de la Real Academia Española


happiness
noun

trying to rediscover the happiness we once knew pleasure, contentment, satisfaction, cheerfulness, merriment, gaiety, joy, joyfulness, joviality, jollity, glee, delight, good spirits, lightheartedness, well-being, enjoyment; exuberance, exhilaration, elation, ecstasy, jubilation, rapture, bliss, blissfulness, euphoria, transports of delight.

happy |ˈhapē|


adjective ( -pier , -piest )


feeling or showing pleasure or contentment


• [ predic. ] ( happy about) having a sense of confidence in or satisfaction with (a person, arrangement, or situation)

• (of an event or situation) characterized by happiness : we had a very happy, relaxed time

PHRASES
( as) happy as a clam ( at high tide) extremely happy

Apple dictionary v. 2.0.2 (51.4)



félicité

Nom féminin singulier

  • bonheur prodigué
  • bonheur parfait
www.le-dictionnaire.com/

jueves, 11 de diciembre de 2008

La vida es una nube como esta


La vida es una nube como esta:





donde busco una correlación
la encuentro
pero correlación no significa causalidad
claro que no

y la relación entre mis variables no es
estadísticamente significativa.

Pruebo con el método del acuerdo
pero no estoy de acuerdo
en que sea útil.
y el de la diferencia
me es indiferente.

Quizás un experimento
con esta nube de puntos
que es la vida...

pero en la vida no se pueden mantener constantes las variables de control.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

?

me expando
me contraigo
me expando
me contraigo

como el gas
que no tiene memoria

como el gas
yo no tengo memoria

repito
me repito
me equivoco
me expando
y contraigo


como el gas


sin memoria

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Relaciones Internacionales II



Kaori nació en Tokio, Japón; Paul en Waterloo, Canadá. Se conocieron en julio del 2007 en un club de salsa de Tokio. El trabajaba allí para un banco, ella había vuelto poco tiempo antes después de haber trabajado para Disney en Orlando, Florida. Ese día, él cumplía apenas tres semanas de los cinco meses que duraba su contrato con el banco.
“No hablamos al principio; sólo bailamos. Tuvimos una conexión --bailando salsa, claro. Esa noche intercambiamos números de teléfono”, recuerda Kaori. Fueron buenos amigos durante dos meses, en que compartieron clases de salsa.
La atracción era innegable, pero no estaban convencidos de empezar una relación “en serio”, porque Paul se iría un mes después y ninguno de los dos había tenido antes un relación estable. Entonces, recibieron una noticia esperanzadora: “El banco ofreció a Paul un trabajo para cuando se graduara, en agosto de 2008. Hasta entonces habíamos mantenido una relación sin demasiado compromiso, aunque todo el tiempo que pasamos juntos fue perfecto: divertido, dulce, emocionante”, afirma Kaori. “Cuando se fue de Japón me puse muy triste, pero sabía que debía continuar con mi vida y ser feliz para que él no se preocupara por mí”
“Los dos tenemos muchos amigos y muchas cosas que hacer”, explica Paul, “lo que nos pasa es que sentimos una atracción muy fuerte el uno por el otro y nos mantenemos ocupados mientras no podemos vernos.”
Durante el tiempo que pasaron separados se enviaron mensajes contando los días hasta la visita de Kaori, planearon hacer samuráis de nieve en el parque de la casa de Paul durante el frío invierno canadiense.
Kaori visitó a Paul en Canadá en enero. Dice que reforzó lo que sentía por él viéndolo día a día. “Lo amo como hombre, como persona, amo su buen corazón y su bondad. Me sorprendió cuánto cuida a su familia. Paul es digno de respeto”, lo ensalza. “En Canadá descubrí que Paul es mi hombre y quiero estar con él, por lo que estar esperando vale la pena”.
Pero pasaron cinco meses desde entonces. “Es muy frustrante –se lamenta ella.. porque sólo hablamos dos o tres veces por semana vía Skype y nos dejamos mutuamente mensajes y videos de salsa en Facebook así aprendemos nuevos pasos para hacer juntos.”
Tras la visita de Kaori, se multiplicaron los “Paul-kun I miss you” (Paul-kun te extraño) y “Kaori-chan I miss you too” (Kaori-chan yo también), y los videos de salsa, y las noticias diarias en sus páginas de Facebook.
Paul le escribió en Facebook, a la vista de todos sus contactos: “Te extraño, mirá el pescado que cociné hoy para la cena”. Al lado, hay una foto de un plato sobre el que yace un pescado con la boca abierta y los ojos blancos. Kaori respondió: “Es como si me estuviera mirando, me da miedo. ¿Cómo lo cocinaste?”. Paul puso allí la receta.
Prefieren Facebook, porque es más directo que un email y les resulta difícil encontrarse por teléfono. “Es muy complicado por la diferencia horaria. Si hablaramos todos los días por teléfono o Skype alguno de los dos no dormiría” explica Kaori.
Pero Kaori aclara: “La única razón por la que seguimos juntos es porque eventualmente nos vamos a ver”.
Ella no teme que Paul encuentre a otra mujer. “Si uno se embarca en una relación de este tipo es porque entiende al otro, hay una conexión que puede mantenerse aunque no haya contacto físico todo el tiempo. Además, si Paul me engañara con una mujer, yo diría que fue el destino. Si logramos seguir juntos va a ser obra del destino también” se jacta Kaori.
Paul confiesa que luego de la visita de Kaori tuvo la posibilidad de “tener algo” con una bailarina de salsa norteamericana durante una conferencia de salsa en Detroit. “Hubiera sido cuestión de que yo respondiera a sus insinuaciones, totalmente evidentes” afirma, y agrega “pero la verdad es que tuve mucho tiempo para estar con cualquier chica como para engañar a la mujer que más me entiende en el mundo ahora que la encontré.”
Sin embargo, ninguno de los dos tiene demasiadas certezas sobre cómo será su vida cuando ambos vivan en Tokio, ya que ella ha cambiado de trabajo dos veces en los últimos seis meses. “Ella no fue a la universidad, y tiene por lo general trabajos de hotelería o turismo. No quisiera que Kaori deje de hacer nada por mi, aunque espero que el destino no la aleje de Tokio ahora que pronto vamos a estar juntos.” Kaori, por su parte, afirma que “la llegada de Paul va a ser un alivio, quiero pasar con él todo el tiempo posible y que sea posible hablar sin arreglar un horario dos días antes.”

martes, 2 de diciembre de 2008

El sádico acto de comer una naranja


Naranjas redondas. Muchas naranjas rendondas. Acostadas una al lado de la otra, una encima de la otra. Hermosas naranjas sobre aquella bandeja en la cocina. Tomo una y la dejo en el escritorio para comerla más tarde. Saciaré con ella tanto mi hambre como mi sed cuando caiga la noche sobre mí sin preguntar si estoy lista para que termine el día.

Me llenaré de exasperación leyendo las palabras que parecen hacerse más largas y complejas a medida que mis ojos tratan de atraparlas. Entonces clavaré mis dientes a través de su piel. Clac. Los hundiré sin piedad. Sin pena de arruinar su perfecta forma redonda, ni de privarla de su ropaje. La encontraré intentando protejerse de mí con su capa blanca amarga, pero morderé igual. Y morderé alternadamente su cascara ácida y porosa y su dulce y jugosa pulpa. Disfrutaré al morder los sectores porosos de su estructura, aunque un líquido ácido salte a mis labios cada vez que lo haga y me haga doler en una manera inusual.

Y todos se burlarán de mí cuando me vean empapada en jugo pegajoso y anaranjado, pero no me importará. Tampoco me importará la persistencia del dolor en mis labios y los remanentes de pulpa que quedarán entre mis dientes, incluso luego de cepillarlos dos veces.

Relaciones Internacionales I

Cuatro historias de amor a la distancia compondrán la serie "Relaciones Internacionales"
Aquí la primera:

Alejandro, argentino, de 22 años conoció a Cecile, francesa, de 24, en la ciudad de Boston, Estados Unidos, cuando ambos asistían a un curso de inglés para extranjeros. “Compartíamos algunas clases, y de a poco pegamos onda”, cuenta Alejandro. “Empezamos como onda amigos y una vez nos fuimos un fin de semana con más gente a Washington. Ahí pasamos mucho tiempo juntos, charlando y una noche salimos y se dio, nos besamos.”
Aunque esto sucedió, Alejandro decidió no cortar la relación que mantenía con una argentina, Daniela, hace cinco meses. “No me imaginé que Cecile me iba a impactar tanto, lo veía como una aventura que se iba a terminar rápido, porque yo estaba por volver a Buenos Aires.” Pasaron juntos dos semanas intensas en las que él durmió prácticamente todas las noches con ella.
Cuando volvió, a fines de enero, Alejandro rompió su relación con Daniela. “No podía ni pensar en verla de nuevo a Daniela” afirma. Cecile se quedó en Boston hasta abril. Continuaron hablándose diariamente vía chat y teléfono. “Fortalecimos nuestra relación así, hablando todos los días, y ella aceptó venir a Buenos Aires por dos semanas y aquí empezamos considerar tener una relación más seria”, relata Alejandro.
Hace más de un año que están de novios, dice Alejandro, aunque pasaron juntos sólo tres meses y medio. “Es medio complicado mantener una relación con Cecile por el tema de la distancia, pero al estar tan comunicados por teléfono, por internet, es más simple mantener una cercanía”, explica. No se envían emails por lo general, pero arreglan para encontrarse online al menos cuatro veces por semana y llamarse al menos una vez.
Pero él aún tiene que graduarse de la universidad y ella tiene que buscar trabajo. “Hay que ver cuándo nos podríamos ir a vivir aunque sea a la misma ciudad”, desliza, tentativo.
Entonces, ¿por qué seguir? “Yo quiero estar con ella, si quisiera estar con otra mina la buscaría acá –responde, terminante--. Me banco esto de la distancia porque creo que ella vale la pena por muchas cosas: por cómo es ella y cómo nos llevamos, por cómo nos sentimos cuando estamos juntos”.

lunes, 24 de marzo de 2008

marzo 2006

El amor estancado se vuelve desamor y en un fuerte impulso me dispongo a guardar lo que resta de tu presencia en mi ser. Como cirujana sin experiencia previa alguna y un mínimo de teoría ejecuto en mí misma una operación de urgencia en pos de detener el resquebrajamiento de mi alma. Con mucho cuidado corto alrededor de tu recuerdo y lo guardo en una caja de terciopelo rosa para que se sienta cómodo, pero no pueda hacerse escuchar. Los recuerdos saltan unos sobre otros en un frenético revoloteo. Los peores son los que saltan con más fuerza, pero me esfuerzo por acomodar en la caja a los más agradables para hacer compañía a tu recuerdo y venir a mí cuando tu nombre flote en el aire y pueda sentir que me hiciste bien. En una catapulta en mi pecho encuentro besos que no te dí y los guardo. Los pobres se entristecen por no poder llegar a destino, pues saben que serán reciclados y pasará algún tiempo hasta que utilize alguno para besar con tanto amor como lo hice con vos, o quizás nunca vuelva a hacerlo.
Millones de lágrimas brotan de mis ojos burlándose de mi intento por frenarlas. Habré de llorar en silencio y simular frialdad si te encuentro, no querrás saber que aún me pregunto si seguís pensando en mí, si guardaste mi recuerdo como yo guardé el tuyo o simplemente lo quemaste para no enfrentar un pasado hermoso y doloroso a la vez.
Escucharé cien mil canciones notando cómo va mutando la sensación que me produce escuchar las melodías que hiciste entrar en mi vida y haré entrar nuevas, esperando que mi alma pueda encontrar placer en sonidos que ya no compartimos.
Me obligaré a no pensarte, a no acosarte con la presencia que algún día amaste y hoy no querés cerca. Buscaré en nuevos rincones nuevas personas que probablemente intentarán ocupar el puesto que ocupaste y de seguro compararé lo que me ofrecerán con lo que me ofreciste. Y serán más o quizás menos adecuadas para completar el espacio que ofrezco pero jamás ocuparán el lugar que decido asignarte en la historia de quien soy.
Concluyo la operación callando a los malos recuerdos que burbujean en mi cabeza, incitándome a odiarte por el daño que me hiciste. La lucha con ellos durará más de lo esperado, pero siempre tendremos más tiempo para reconciliarnos con un pasado en el que el amor se disfrazó de odio y el tiempo en que fuimos felices juntos parece lejano e incierto.

jueves, 28 de febrero de 2008

Stormy Weather



It was raining cats and dogs in Buenos Aires. Literally. It always rains cats and dogs in Buenos Aires, and it inundates the streets. Especially the one I happen to live in, so its fun to see how cats and dogs fall over the edges of the road at first, covering the drains systematically. Its then turn for the rain to fall, heavily, like it doesn't fall anywhere else, almost like someone with giant buckets of water was throwing them at us with anger. It is fun until I realize that I have to be part of that apocalyptic scenery to start the day. At first I felt reluctant to leave my shelter. I schemed excuses in my head. But everyone else was facing their responsibilities, I had no special excuse to be exempt from swimming to work.
I turned to open my "rain closet", where I keep an umbrella, a pair of rubber boots, a diving suit, goggles, an inflatable boat and an inflatable vest that I stole once from a plane. I didn't take the boat that day, I figured that everyone at work would take one too and the closet to store them would be full. The last time this happened, we all got them confused and many of us couldn't find our own. I dressed myself in normal clothes, and wore the diving suit on top. I also decided to wear the goggles.
Leaving the apartment building was hard, again. I couldn't open the door because the water pushed it back inside. All the tenants had agreed to change the direction in which to open it but none of us ever got to it. So every time it rains it takes a long time to struggle against the door until it is possible to open it. When it actually is, water runs inside the building's hall, dragging along some cats and dogs.
This time I couldn't open the door and no one seemed to be around to help me. I kept pushing it but almost a meter of water had already accumulated. I was too late for work and frustrated, so I decided to stop pushing and wait for someone to help me. I saw a family rowing to school and work, lots of people swimming, a woman making her way around by jumping from bus roof to bus roof and a man sitting peacefully high up on a tree contemplating the whole scene. I wished I could just sit like this man, to watch the whole world go crazy and waterlogged.
When the old woman from the 2nd floor joined me in the struggle to open the door I was already two hours late for work, so I dived into the watery street and swam as fast as I could. This was made difficult by the vast amount of boats blocking my way.
No one at the office seemed to care that I was horribly late, they were all concerned with their own issues. Rainy days posed an inconvenience for all of us, and especially this day water kept falling uncontrollably from the sky.
Everyone at the office made me fuzzy, so I left, deciding to make the best of the city under water. I swam along the most crowded streets, witnessing various discussions between people that didn´t even seem to know each other. I got to the bridge next to Facultad de Medicina and sat. Avenida del Libertador was a proper river by now and cars looked rather picturesque floating around, smashing tree tops and buildings.
The rain stopped and the whole city was beautifully quiet.

domingo, 3 de febrero de 2008

Monsters under my bed



I used to check systematically for monsters under my bed. Not a night went by without me telling myself that I wouldn't bother kneeling again to take a quick look. I though to myself that I never found any monsters, that I was just going on my knees in search for something that I would never find. I tortured myself every night before going to sleep, begging myself not to repeat this senseless ritual.
Some nights I would get into bed without checking, and sleeping was impossible. I would toss and turn for hours, realizing that making sure that there were no monsters under my bed was the only way for me to get some sleep.
I guess it was fine for me to feel the need to check "just in case". The problem was: what if I actually found a monster under my bed? What did I expect to do? What was I going to say?
This went on for years and years. Even if I had had the most exhausting day I could not resist from bending and looking for something hiding under the mattress. Until I saw someone. And it was no monster. As a matter of fact, she was not even close to being one. Under my bed, the most beautiful woman in the whole world was smiling at me, and with that smile I froze. All those nights of looking for a horrible creature that would threaten my life had lead to finding a beautiful woman lying on the floor and smiling at me! After staring at her for what felt like an eternity I stood up dizzily and pinched myself to make sure I was not dreaming. As I didn't seem to be sleeping, I said to her: "Um...hi...I'm Greg. Wanna come out of there?" I heard no response, so I went on my knees again to find the floor under my bed empty like any other night.
After the disappearance of that incredible and surprising sight I could no longer sleep. She could be there while I was unconscious and missing the chance to get to know her. I spent millions of nights awake, waiting for her to make a new appearance. My tendency to check under the bed for monsters became a more preoccupying one: I was now willing to find someone, someone that had now shaken up every aspect of my life. I didn't sleep anymore, I barely worked. My life revolved around the event of finding that woman again and knowing what had brought her there.
After a year of constantly hoping that she would show up again, proving that she must had had an interest on being there in the first place, I lost my faith. That exciting event that had changed my life and beliefs was probably not meant for the simple guy that I was. It must had been a mistake. I had to go back to my normal life or I would be sucked into an obsession that would lead nowhere.
I overcame with time my tendency to look under my bed. I try not to think about the fact that she is probably there, laughing at the fact that I succumbed into an obsession after seeing her for a few seconds. I try my best to forget about her and move on with my life. After all, if she ever decides to visit me again, she knows that I once cared enough not to sleep for countless nights thinking about her. She will maybe come out and we will meet again.