domingo, 4 de julio de 2010

Sobre cómo murió el Mar Muerto y otros pensamientos

"Convertirse al islamismo es demasiado fácil" pensó, mientras flotaba en esa gran masa de agua, sin explicación alguna. Sin explicación porque la que le habían dado, que incluía montañas que se movían y moléculas y minerales no explicaba realmente por qué flotaría. Y era simplemente mejor asumir que era magia lo que la hacía flotar como un pato de plástico en una bañadera.

"Si tan sólo existieran más cosas tan fáciles como convertirse al islamismo. Pero, veamos, aquí estoy, flotando en el agua, como si nada. Juste comme ça". Quitó la vista de su cuerpo flotando y la concentró en las montañas, entrecerrando los ojos y frunciendo la nariz. Intentó imaginar qué yacía más allá de aquellas montañas, ya en territorio jordano. "¿Cuántos habrán repetido tres veces la frase 'no hay Dios excepto Alá, Mohamed es el mensajero de Alá'? Quien lo haya hecho, ¿recibió una tarjeta de membresía?"

No había nadie a su alrededor. No podia preguntar. Pero no tenía real interés en saber, ya que su atención volvía al hecho del que el mar, el Mar Muerto, la estaba levantando. “¿Rechazándome? El islamismo nunca me rechazaría…¿o lo haría? Siempre y cuando dijera la frase tres veces…Mejor no la repito, por las dudas. Debería considerar seriamente las implicaciones de convertirme al islamismo.”

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